29 de abril de 2006
Te sabía el aire
a los gustos exquisitos
que aprendiste en susurros.
El mal de altura
te hacía sentir como un héroe
en su cima de piedra iluminada.
Todo el agua del mar
sólo salpicaba tus pies
descalzos de raíces.
Un hombre quiso tu sombra
y con la llaga de su deseo
te fundió en transparencia de estatua.
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