Puede el descanso venir sin tedio, traer hasta aquí una opción en la cual basar toda esperanza, apaciguar la pelea constante con la comprensión oculta y curar el cuerpo que no piensa y sangra; pero se me olvida.
Y la sala se llenó de satisfacción y el público en pie ovacionó sin descanso el final del concierto con gestos de buen ánimo y de pequeña decepción por contemplar como se encendían las luces y se confirmaba el fin definitivo del evento, anhelando quizás los repetidos bises que Javier Ruibal ofreció la semana pasada en su concierto de Berlín. Aquí el regalo fue de cuatro canciones y como todo el concierto fue un paseo entre la emoción y la alegría, con "¡ay! pelao" como fiesta final y una "rosa azul de Alejandría" desnuda y austera que acariciaba el silencio con ese llanto desgarrador y tan emocionado.
Antes, la lírica inteligente y magistral había ido transcurriendo entre ritmos diversos, desde el acompañamiento único de una guitarra, hasta el cuarteto en pleno (percusión, bajo y dos guitarras), sin desperdiciar la oportunidad de hacer otras combinaciones, de las que siempre salieron airosos. Antes, el poema y el humor se mezclaban, a una voz llorando la sustituía otra que provocaba la sonrisa. De la canción de estructura más tradicional a la experimentación y la mezcla constante de registros. De Picasso a La Habana. De los ratones coloraos al amor y sus parientes. Mucho antes, cuando comenzaba el concierto, con la sala repleta y una alarmante ausencia de juventud, fuimos empezando a disfrutar desde las primeras canciones, con una "reina de África" redonda y en un muy buen ambiente creado con los comentarios cómplices y el empeño de los músicos.
Poco hay que decir de los misterios de la industria musical. Ya todos sabemos que lo mediocre nos invade, pero en un país como este donde una ciudad cuenta sus méritos por el número de tonadilleras y no por el de premios Nobel (palabras recogidas del libro "Conversaciones y aventuras con Martín F." editorial Fútbol de poetas, de futura publicación), hay que ser muy limitado para promocionar con tanta insistencia a todos esos músicos del flamenco fusión, del nuevo flamenco o chorradas semejantes y dejar que Javier Ruibal continúe siendo un autor casi marginal. Yo es que hay cosas que no entiendo.
Añadidos vídeos de The Sugarcubes, Kasabian y Pauline en la Playa.
26 de septiembre de 2006
Se puede hacer un testimonio con los distintos nombres de la noche, un cuerpo de labios consumidos entre los que confirmar un hecho o una confusión señalar, y todo para contemplar de una vez la llanura que nos rodea, para aniquilar la candidez de los descansos en esa hora confiada en la que proponer un abrazo enmudece la seriedad de los rostros y oculta el artificio de los gestos incoloros.
Añadidos vídeos de The Mountain Goats, Franz Ferdinand y Cat Power
12 de septiembre de 2006
Quién iba a advertir en ese despropósito de esfuerzos sin sentido, el espasmo que anticipaba el sudor del ánimo, si incluso con la paciencia no cesaban los derroches y no llegaba a la boca ni una triste verdad con la que alimentarse y poder calmar el rito constante de los ahogamientos secretos.
Para no perderme en disculpas concedo un valor ilógico a todas esas consecuencias de las que me acuso, y cuando participo y soy principio y fin, distraigo la oportunidad de celebrarme. Tal vez no sirva de mucho, el propósito sigue rondando con un gesto confiado y yo no tengo más defensa que la pereza que me da pensar en sus motivos, bastante tengo con encontrar alguno para mí.
Añadidos vídeos de Bonnie "Prince" Billy, Yeah, Yeah, Yeahs y Colder.
5 de septiembre de 2006
Decir nunca es nombrar una luz difusa, un problema de exactitud renombrado constantemente. De todos los lamentos adornados con esa medida de tiempo o de no tiempo, tan solo la pronunciación primera contiene una voluntad exacta que nunca se repite.