Un pedazo de tierra
ahogaba el recuerdo.
Qué horrible escondite
ardía para nada,
cómo se suplicaba el indulto,
cómo,
en un momento apenas tiempo,
se azotaban los cuerpos
en los resquicios de la honra.
Una llave concluía
el infortunio heredado
y olía a vergüenza
en los rostros que miraban.
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