Para detener el ímpetu
y no ceder,
ingenuamente complacientes
las apariencias fieles
se dulcifican y gozan.
En un sueño hipnótico
crece el abandono
y a la vez
un rastro de realidad
difumina el destino paciente
que en su ignorancia fecunda
y en las horas conscientes
se desvanece.
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