14 de marzo de 2006
Entonces se dispusieron los ojos
a preservar el horizonte contemplado
y a esconder los límites invisibles.
Palidecidos, rogantes de comprensión,
ahogados en las pérfidas artimañas
de la luz y su ausencia,
frecuentaban las orillas desiertas
para enterrar su rastro.
Fue inútil temblar
en las cercanías y los abrazos,
nada quedaba que entregar
que no fuese aquella huída.
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