Ha vivido el deseo una soledad que no soporta. Se ha custodiado a la intemperie y en silencio ha solidificado. Las aguas se filtran lentas y serenas, se aprenden en su transcurso de nieve. Son la fuente y la miseria. El invierno en el que dormían, en el que tú fundaste la desaparición del cuerpo y temblabas, ha perdido la bruma y la niebla. No me queda otra dulzura que no sea cruel.
9 de enero de 2006
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