Donde la firmeza se afirma
como voluntad sin sombra
y crecen los impulsos
y se autoalimentan,
allí, en la invención
de las necesidades nuevas,
se inauguran los riesgos
y las puertas quedan entreabiertas
para siempre, sin que pestillos,
cerraduras o llaves asuman
su condición de innecesarios.
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