6 de octubre de 2006
Ahora ya sin urgencias,
cada día repitiéndose idénticamente,
los sabores acostumbrados
en el paladar imposible de la prudencia,
el tacto de piel anestesiada,
el color sin matices,
con menos certezas
y siendo todo más cierto,
ya tengo motivos
para borrarme de mis propios planes
y recuperar la respiración de la boca
que nombra y nombra
y sólo dice.
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