8 de marzo de 2006

La huella disuelta se pierde entre los rincones de la crudeza venciéndose en la condenación desatada al paso difuso de todas las sombras. Come de sus huesos. Piensa sin deseo el secreto renovado. A las puertas seduce sin olor y sin acentos. Es la entrega desnuda que no crece, vencimiento de los presagios crudos en la diseminación de sus castigos.

Cansado el hijo encuentra el negro. Someterá el conocimiento a su condenación inútil.


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