28 de junio de 2006




















Otra prudencia se pierde
cada vez que se muestra
otra necesidad y confunde.
Es fácil perderse
entre tanto suspiro
y tanta mediocre afinidad.


Una marea no retorna,
una conversación ociosa
entre iguales que escuchan
sin entender es atendida
y aquí no viene nadie.
Por más que concedo
remedios oportunos
y por más que los impulsos
me empujen a las afueras
a gritar sin llanto:
el mar, el mar.
Nada. No hay manera.
Aquí nunca viene nadie.

25 de junio de 2006





















Las puertas estaban abiertas
y un aire se escapaba
para respirarse a sí mismo,
para consumirse en la ingratitud
de los lugares del sueño.
Era un aire separado del contagio,
discreto,
paciente y discreto.
Para no llamar la atención
se ocultaba en la memoria
de los objetos abandonados.
Insinuaba nombres,
a veces calor.


No quiso volver.


Yo comía en el lugar que dejó
pero allí no faltaba nada.

22 de junio de 2006














Las horas acuden invariablemente
para sofocar sombras
y no temer todos los vacíos
que por desconocimiento extrañamos
y aceptamos por temor o desgana.
Pero el tiempo no importa, sucede,
y no hay comparación sino excusa,
campo abierto para creer,
manantial nuevo que miente
sobre un proceso ya repetido.


No pasa el tiempo,
nosotros nos agotamos.

17 de junio de 2006

















Por instinto
se encadenan los hechos
hacia lugares reconocidos
en los que lo cotidiano
muda se exigencia y engaña
como una promesa del cielo
que espera su venganza
en el veneno de la indecisión.

14 de junio de 2006















Tras la vieja esperanza,
una lentitud de hechos ignorados
me despierta en las ausencias.
Creciendo el aplazamiento
de las concreciones señaladas
entiendo el paso fugaz,
cansino finalmente,
de los significados
y me invito a pertenecer
a la similitud de sus respuestas.
Obtengo la confirmación necesaria
para olvidarme.

9 de junio de 2006

El lento artificio de la osadía mengua la comprensión definitiva y compensa el encanto obstruyendo el silencio. Capaz, la exactitud se convoca en rituales ilegibles, murmura señuelos y las deserciones entorpece. De tanto impune atrevimiento y tanta cura, enfermarán las llagas que no tengo.

7 de junio de 2006

No sé qué esconden esas promesas que con tanto ruido incendian la débil partitura de mis pacientes propósitos. No acabo de entender por qué mi figura siempre acaba dibujando insólitos equilibrios trepando hacia sus rendijas en una perversión de luz de dudosa gratificación. Así, cómo razonar la coherencia, cómo justificar el orden o condenar el delirio, en este entendimiento imposible, cómo pedir comprensión y a quién.

1 de junio de 2006

Leo el atrevimiento y la imperfección susurra un hálito visible y absurdo. Las horas están contagiadas, expulsan instantes transparentes y existen deliberadamente agotadas por sí mismas y por sí mismas olvidadas. Yo intento mantenerme al margen como si tuviera opción de medrar en esa exactitud. Ingenuo de mí; las costumbres me contienen muy a mi pesar.