28 de noviembre de 2008

25 de noviembre de 2008

Una vez más

Y aunque parecía que todo seguía igual, por allí ya no se escuchaban las mismas melodías ni el tono de las voces abroncaba como entonces todo lo que no se entendía. De hecho apenas había sonido. Algún ruido que procedía del exterior interrumpía tanta apatía, pero la mayoría de las veces nos mirábamos anclados en un silencio casi trágico, porque la realidad era que ya no teníamos nada que decirnos, que habíamos gastado todas las frases hechas para parecer cordiales, que todos nos reconoceríamos como desconocidos a partir de ese momento. Y eso tampoco se puede calificar como trágico aunque si nos empeñamos puede llegar a dar pena.

Así que de repente empezaron a ser importantes los marcos de las ventanas, los techos amarillos, las baldosas. Allí iban a parar las miradas y por allí se perdía la intención de los abrazos que por si acaso se habían imaginado en una representación previa de aquella tarde. Todo era como un lienzo en blanco en el que no podrían ya dibujar los lápices que guardábamos. Vi el suelo gastado y comprobé que mis pies no lo habían rozado lo suficiente para haber intervenido en su vejez. Eso no disgustó a nadie porque nadie se da cuenta de las huellas que dejan los demás. Yo tampoco había reparado en sus pasos y eso si que me incomodó. Salí a la calle casi corriendo como si fuese una huida definitiva.

Por las aceras fui chocando con individuos a los que no veía la cara. En realidad no miraba. No logro recordar por donde fui ni adonde llegué. Me senté en algún lugar perdido y pasó un tiempo hasta que volví a un estado más cercano a la comprensión. Alguien se acercó y habló de cosas que no me interesaban demasiado pero agradecí en aquel momento algo de distracción. Estuvimos hablando sin parar y de forma agradable. No había pasado entre nosotros y eso bien mirado era una ayuda. Ni compromisos, ni secretos, ni expectativas. Casi emocionaba la naturalidad de la conversación, casi dolía.

No mucho más tarde y ya mucho más cercanos, propuse cambiar de lugar. Dije que me gustaría que conociese a algunas personas. Volvimos al lugar del que acababa de huir.

21 de noviembre de 2008

Si alguna vez el tiempo,
con puños cerrados de empeño
y sosiego de confianza grosera,
quiso envejecerlo todo
y que nada se librase de su aliento
prometiendo al pulso cotidiano
destino igual y fatiga en la voz,
fracasó en algunos pronósticos
que no tuvieron su calmada prudencia,
porque ciertas hazañas
se destronaron mucho antes de nacer,
perdidas en la intuición
o acosadas por el deseo
y otros delirios, sin embargo, conservaron
el tacto suave de la confianza primera,
el color único de los proyectos sin materia
y el vacío en el ojo que los juzga
que no sabe
que el tiempo los alimenta.

Euros Childs


Euros Childs
"cheer gone"





Euros Childs - saving up to get married (audio)

11 de noviembre de 2008

No fue un gesto el culpable
ni el retiro
ni el lentísimo e inútil amanecer
sobre páramos adversos
que ya insistían entonces en el pillaje de razones
y solapaban a impulsos bárbaros
los delicados miramientos de la fe.
Si de algo deberíamos hablar
es de la falta de conocimiento
que ha estado siempre en los consejos dados
y que nunca, a pesar de todo,
ha impedido comprender
la ignorancia de cada engaño.
Sin embargo nada ha encerrado
con suficientes motivos
la eterna construcción de otoños
para poder comprometer el destino.
Nada que ocultara la realidad
ha venido a esconder las horas
y duele el relámpago de las ocasiones vencidas
tan carnal y comprensivo
que le falta el escalofrío del dolor
para poder creer en su justicia.