28 de febrero de 2006

De nada sirve la pobreza de las indecisiones cuando ya todo está difuminado y en la serenidad es el orden un deshecho y la prudencia una tentación. Las marcas distanciadas se comprimen en indulgencias obsesivas. El reloj se filtra en anónimos reclamos con la seguridad que da la sal en los ojos. Niegan las mordazas. Posible es la demencia y obligados están los últimos destellos a escuchar sonidos ancianos. En la inmensidad hay luz. En la sed, sólo permanencia inútil.


23 de febrero de 2006

Toco levemente el rastro de la certeza. Apenas mis dedos logran resbalar por su tacto insondable. Están condenados a una disputa que no tendrá fin, a una inmensa negación de su creencia original consumida a los pies de una búsqueda sin retorno ni culpa.

20 de febrero de 2006

Concierto: Micah P. Hinson + Erick Messler






























Podría parecer extraño que dos chicos que no pasan de los 24 años aterricen en nuestro país para ofrecernos una gira que además se anuncia como la gira de presentación del próximo Primavera Sound, pero en los últimos tiempos los ejemplos de jóvenes con talento se multiplican y a Micah P. Hinson y Erick Messler podríamos añadir muchos otros como Bright Eyes o Patrick Wolf por citar algunos, aunque la nómina es, afortunadamente, cada vez mayor. Lo mejor de todo, sin embargo, es que además sus trabajos están llenos de atrevimiento y que no tienen dudas a la hora de edificar un sonido original en el que cabe cualquier tendencia. En algunos casos es dificil encontrar referentes directos y los que aparecen son oportunamente filtrados hacia una renovación más descarada y fresca.


Cuando Erick Messler apareció, el no muy concurrido auditorio apuraba sus cervezas junto a la barra o en pequeños grupos. Desde lejos se veía a un joven revolotear entre los trastos del escenario y cuando finalmente se colgó la guitarra eléctrica, la procesión se le fue acercando, pero lentamente, sin confianza, como si ya todos estuviésemos sumidos en el espíritu frágil que comenzaba a tocar las primeras notas. Era un susurro apenas el sonido de la música, una voz íntima que ejecutaba con delicadeza cada una de sus breves composiciones, una melodía de nostalgias que intentaba hacerse con la atención de los presentes, aunque tal vez no fuese el lugar acertado. Encima de aquella tarima, con su cuerpo menudo, acariciando la guitarra con esa voz otoñal, su imagen recordaba a esas fiestas de final de curso en las que el compañero tímido y solitario al que nunca habías prestado atención, sorprende y emboba. Acabó de la misma forma que había empezado, tras una sucesión de temas simples que alcanzan una profundidad sutil y sobre todo muy cercana, con una cadencia de indudable belleza. Se descolgó la guitarra, se fue y no dijo nada.

Momentos después Micah P. Hinson y su banda, The Gospel Progress, comenzaban su concierto. Sentado en una silla baja, con un cigarro en la boca y otro en cada una de sus orejas, el de Memphis daba inicio a una noche de música de verdad. Cierto es que su voz posee toda la expresividad y toda la fuerza necesaria para encandilar, incluso más que en sus discos, pero resumir toda su música en ese único elemento sería una ligereza imperdonable, porque esa voz que por momentos recuerda Tom Waits o que se acerca a las canciones taberneras del último Matt Elliott, está totalmente arropada por su guitarra y por el resto de instrumentos, perfectamente diría. Y todo eso aglutina una variedad de registros que resultaría estridente de no estar a la altura a la que se encuentra este personaje tan genial. Una variedad que recorre el folk, que se entrega a la fuerza de la guitarra, a veces ¿grunge?, que minutos despues expone una pieza al más puro estilo country, que se ahoga en las profundidades con desgarradoras interpretaciones que ponen los pelos de punta, literal, que otras veces alcanza la serenidad y a continuación crees estar viendo a Jamie Stewart de Xiu Xiu a punto de romperse definitivamente la voz. Micah P. Hinson es un músico fuera de lo normal, una personalidad arrebatadora capaz de alcanzar momentos memorables. Un concierto para recordar siempre.


Micah P. Hinson + Erick Messler, Santoña (Cantabria), 18 de febrero de 2006

15 de febrero de 2006

La luz siempre ha presagiado en la mirada, un detalle, una advertencia en el sosiego, algo tan básico y que demora la caricia consciente de la expresión reconocida. Por eso bebe del hambre, fecunda en la memoria o amputa el pensamiento. Y todo despacio, lentamente, como deshacen los años la piel, soñando para sí un veneno eterno, secreto y manchado de otra luz que contemple por fin su antiguo nacimiento.

13 de febrero de 2006

Se ha derramado el tiempo suficiente, nos ha consumido tanto que ahogarse ahora no tiene el color necesario. No hay pretensiones corregidas. No habitan ya secretos tibios modelando adornos. Abrumados, los sentidos tutean a la necesidad, se esconden sin horizonte y esquivan cualquier artimaña que los oculte. A fuerza de recurrir al abandono, sustancias de barro forman una desnudez austera, un peligro de fiebres enloquecidas y abrazos ciegos que sellan la sumisión antigua. Nunca deja de llover. Entrelazadas las formas mezclan sus contornos imposibles. Aquél que convirtió la luz en sed camina en la frontera de sus propias confusiones. Allí le alcanzo a ver. No necesito acercarme más para darme cuenta. El viento le hace daño y le empuja. No deja de llover y a veces se arropa.

8 de febrero de 2006

Me detengo imposible en la sobriedad de lo indómito. No conozco el sentido, el despertar, la belleza. De las formas ignoradas elijo la neutra como látigo de distancia entre la mordaza y el veneno. Destilan poros las maderas rancias. Sin aromas se sumergen en los huesos, arden en los huesos, crecen en los huesos. Mecánica de la desesperación. El aire es mezquino con el olvido y el recuerdo. La salud de los ojos se posa y se ensaña bajo sus resquicios. Agrede el desarraigo del cuerpo en la tierra. Quisiera andar y no moverme nunca, optar por nada y ser cierto. Pero las próximas cerezas serán amargas en el paladar de la incomprensión. Temo los días póstumos aún por llegar.

2 de febrero de 2006

Se libera el cuerpo como un pedazo de luz entre las despobladas manos. No encuentra más camino fuera de sí mismo. Vence el espesor del aire sin esfuerzo que le impida renombrarse en su misma piel. Lento y eficaz, en la mirada refleja todo el cansancio de los ojos, en el contorno pronuncia toda su exactitud perdida y bajo los pies esconde su deslealtad dañinamente habitable.