8 de noviembre de 2005

Cerrada la voz desnuda
y aún sin tacto la certeza.
El frío de los insomnios vive
en la desolación del refugio
en abrazo único a lo efímero.
Qué soledad tan bañada
de insólitos cuerpos a la deriva.
Tan lejos ha de mostrarse
el rastro de lo furtivo
siendo intemperie siempre,
añadidura a una sequedad
desprovista de cuerpo
y devorada en el centro vivo
de su afirmación digna
por si misma condenada.

No hay comentarios: