12 de julio de 2010

"Me llamo Aram" de William Saroyan













Una de las muchas cosas curiosas y encantadoras de nuestro país es la facilidad con la que nuestra buena gente pasa de una religión a otra, o de ninguna religión en concreto a cualquier religión que se les presenta, sin ganar ni perder nada en concreto, y manteniendo de algún modo la inocencia.
Yo, por ejemplo, nací más o menos católico, aunque no me bautizaron hasta los trece años, circunstancia que, recuerdo claramente, irritó mucho al pastor, y lo impelió a preguntar a mi familia si estaban locos, a lo cual mi familia contestó:
-Hemos estado fuera.

No hay comentarios: