20 de diciembre de 2005



Toda la memoria junta, todo el espacio completamente asaltado por los tibios recuerdos de una experiencia mendiga. No hablan ya los deseos, ni recorren el aire los anhelos. La misma respiración es compartida por la vergüenza y la decepción. El instinto de la piel también calla y un instante reclaman para sí los olvidos. Un desperdicio de todos los abandonos va a encumbrarse en la cima de la cautividad para no ser a los ojos del tedio un descanso eternamente vulnerable.

No hay comentarios: