17 de septiembre de 2007

Pasaron tantas noches
y tantos corazones asustados
que la condena por no comprender
se fue convirtiendo en un tiempo infinito
de desahucios en el umbral de la luz.
La moneda gastada
calmó el paladar a la deriva.
A los pacíficos tránsitos de la paciencia innata
la guerra entre olvidos cubrió.
Se deshizo el juego.
Pareció no tener fin la pérdida
en las tardes otoñales del silencio.

Imagina el cuerpo,
los ojos resistiendo,
las manos libremente cicatrizando
los dedos.

Una esperanza empobrecida
atormentando la incapacidad.
Y todo al alcance aún.

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