No quiero encontrar al azar
la manera de comerciar con el descanso
los oficios ordenados del camino,
si acaso, apostar por la imprudencia,
esperar la oportunidad de descuidarme lo suficiente
como para no volver a recordar las palabras dichas
cuando los ojos no permanecen
y la indiferencia del sueño acosa,
y no despierta el asombro
ni alumbra.
11 de septiembre de 2007
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