15 de febrero de 2006

La luz siempre ha presagiado en la mirada, un detalle, una advertencia en el sosiego, algo tan básico y que demora la caricia consciente de la expresión reconocida. Por eso bebe del hambre, fecunda en la memoria o amputa el pensamiento. Y todo despacio, lentamente, como deshacen los años la piel, soñando para sí un veneno eterno, secreto y manchado de otra luz que contemple por fin su antiguo nacimiento.

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