Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega,
soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la
redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba
en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una
página cultural, y se la habían encomendado a él. Y él, Pereira, reflexionaba sobre
la muerte. En aquel hermoso día de verano, con aquella brisa atlántica que
acariciaba las copas de los árboles y un sol resplandeciente, y con una ciudad que
refulgía, que literalmente refulgía bajo su ventana, y un azul, un azul nunca visto,
sostiene Pereira, de una nitidez que casi hería los ojos, él se puso a pensar en la
muerte. ¿Por qué?
Sostiene Pereira, 1994
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