28 de septiembre de 2011

"Cartas a Emma Bowlcut" de Bill Callahan













Disculpa mi ausencia, el buzón estaba lejos de mi alcance. Incluso la radio -que se ventiló un par de siglos de sonatas, fugas y valses muertos- estaba demasiado lejos. Cuando por fin salí de la cama, no estaba deprimido. Estaba puteado. Eres un jodido capullo, ése era el lema. Valía para todo, como quemarme la mano con un plato caliente (que no con un numerito caliente; las cosas no se han puesto tan chungas todavía).
Me estaba responsabilizando de cosas que están más allá de mi control. Pero me voy a rehabilitar a fuerza de dormir en la pequeña cama de la habitación de invitados. Y de escribirte, también desde allí. Y de leer. Y de sentirme mejor. Pero hace tiempo que no hablo con nadie, y me parece peligroso, como estar en un país desprovisto de lenguaje. No he tenido una conversación en directo en más de dos semanas, así que fantaseo como un bastardo.

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