8 de mayo de 2008

Las noches frías
tienen ese encanto absurdo
de los otoños olvidados
en la memoria absurda.
Cuando se deshacen los recuerdos
una casualidad los impide abandonarse
y se retratan en figuras inciertas
que golpean calladamente
el paisaje sombrío de lo abandonado.
Sólo el entusiasmo de lo inesperado
y la violencia de la esperanza incansable
le dan al secreto de la pérdida
categoría de real
como oposición al olvido.

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