Sólo escuchaba
voces lejos,
auxilios sin memoria.
De nada le valió dormir
a la intemperie tantas noches,
los ojos apagados
se acostumbraron pronto al desaliento.
Pero una mañana
sin aire
el cuerpo se desprendió de la piel
y en los caminos
paseaba su sombra imposible
al cobijo de otros caminantes invisibles.
28 de abril de 2008
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