30 de noviembre de 2010

"Todo fluye" de Vasili Grossman













Quién es culpable, quién responderá por ello...
Hay que reflexionar, no hay que darse prisa en contestar.
Ahí están los falsos peritajes de ingenieros y literatos, los discursos que desenmascaran a los enemigos del pueblo, ahí están las conversaciones con el corazón en la mano, las confesiones entre amigos que acabaron transformándose en denuncias e informes de chivatos, informadores, colaboradores secretos.
Las denuncias precedían a la orden de arresto, acompañaban la instrucción, influían sobre las condenas. Aquellas megatoneladas de denuncias falsas determinaban, al parecer, los nombres de las listas de kulaks que era preciso expropiar, de las personas a las que se privaba del derecho al voto, de pasaporte, que había que deportar, fusilar.
En un extremo de la cadena dos hombres conversaban sentados a una mesa mientras daban sorbitos de té; más tarde, a la luz de una lámpara tamizada por una acogedora pantalla, escribía una confesión bien redactada; o bien en la asamblea de un koljós un activista pronunciaba un discurso sin formalidades, y al otro lado de la cadena había ojos dementes, riñones magullados, cráneos atravesados de un balazo, cadáveres de muertos por escorbuto amontonados en la morgue de un campo, dedos de pies congelados en la taiga, purulentos y grangrenados.
En el principio fue la palabra... Así fué, de verdad.

No hay comentarios: