5 de julio de 2010

"Idéntico al ser humano" de Kobo Abe













Me levanté un tanto avergonzado y me sacudí con las manos el polvo de las rodillas, mientras pensaba, consolándome, que al menos no había gritado por el susto. (No, recordándolo ahora, me arrepiento de no haber gritado fuertemente. ¿Para qué sirve un orgullo aparente o una dignidad fingida? Perro que ladra no muerde, dicen, pero un perro cobarde suele salvarse gracias a sus ladridos de miedo. Si acaso usted se colocara en la misma situación, ojalá no repitiera el mismo error al tratar de cuidar su insignificante dignidad. En tiempos de desconfianza, la cobardía puede ser el supremo don y la máxima virtud...)

No hay comentarios: