Rastros que desmerecen el esfuerzo
y se alimentan de otras pieles,
distancias inapreciables en los informes,
lugares de paso que se repiten.
No hay misterio oculto
ni claridad en la evidencia,
pero faltan manos
para abrazar tanto desasosiego,
espacio para abandonarse
sin tener que convertir en sal
el horizonte que escapa.
Y queda entretanto un blanco en la tierra
sin escrituras posibles,
un olor intacto
y una promesa vacía.
28 de agosto de 2007
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