El sudor se pierde
en el oficio ingrato del sabor,
en las continuas cicatrices del paladar
y en la sorpresa que me despierta
cuando hace frío
y escuece la lana que abriga.
Ahí fuera
huele a lluvia aún
pese a los abrazos.
Ahí fuera
se respira humedad
y nadie encuentra
la ebriedad que pretende.
24 de enero de 2008
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1 comentario:
Sea.
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