24 de junio de 2011

Había un pájaro fuera, un animal que buscaba en los restos la construcción de una luz, el lento declinar de la ventura heredada. Había una expectación ante el silencio. Cuartos de propósitos desordenados donde pronunciar un nombre suponía una distancia ya conocida. Un instante podía sanar lo incomprensible, inundar todo de escondidas inocencias, salvar las manos de un delirio seguro. Y los dedos aún habitan en su desconfianza.

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