Es tarde para mostrarse inocente
ante el retrato desgastado de la memoria.
Oculto está el origen
y oculta la confianza,
y la incertidumbre mastica impune
los restos que sobraban de la batalla
en tabernas donde algunos nombran
criaturas de dudoso catecismo
para achicar el vacío
y comprender el rastro
hacia domicilios sin luz
en orillas de posibles asombros.
Miro hacia otro lado
si me miro,
cansado de agotarme
confundo el pan y me espanto
si consigo distraer el tiempo
para equivocar la caligrafía del insomnio.
Despoblado de mí
soy un indulto vergonzante.
No,
no he perdido la fe,
la he olvidado.
3 de octubre de 2008
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