4 de septiembre de 2008

Yo apartaba la niebla de otro tiempo
para que nadie pudiera necesitar
el llanto de las distancias,
y puse tanto empeño
que las manos ensuciaron la paredes blancas
hasta perderse en el tacto de los escombros.
Ocultos, los dedos escarban
en otra necesidad más difusa.

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