Allí estaba el resumen de cada incendio,
en la arruga infinita del día,
dentro de un discurso escaso
de palabras cansadas,
sofocando las fiebres por venir
en brazos cálidos que ya no extrañan.
En habitaciones contiguas un grito
y la levedad ahoga el arrepentimiento.
23 de septiembre de 2008
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