Lo que ha permanecido callado
en oficios de pasajera cura,
aguardando su tiempo
y la disposición adecuada,
se ha conformado en su silencio
como si el fluir del sueño ajeno
hubiera gastado la intención.
El consuelo no apaga la sed pese a todo,
ni puede censurar la fatiga
que supo imitar al deseo
cuando fue necesario.
Del olvido aprendido
es el coraje que queda.
20 de febrero de 2008
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