27 de febrero de 2008

El aire respira aire
porque para eso ha nacido
aunque no siempre sucede.
Estamos detrás de los hechos,
respirando lo que nos dejan,
asaltando los despistes del rigor,
siempre a la espera de un desmayo
en el verbo de la oración
que a cada momento recordamos,
siempre imaginando una necesidad distinta,
un mapa nuevo para el próximo viaje.
Nos convencemos de que habrá
un próximo viaje
y estamos seguros
de querer elegir el rumbo.
Creemos que tras los aromas mutilados
hay un destino emergiendo
que nos librará del tedio
en los suspiros de un día gris,
una única necesidad que no necesitamos,
y entonces se bautizan criaturas en su honor,
se entregan las fuerzas a su ventura
en el rumor del confiado deseo.
Y así la razón se sabe dispuesta
a un misterio de lentas demoras.
Susurro sin escusa.

Traes otra costumbre
al reposo de las ilusiones tardías
y me empujas al tacto
de una piel distinta.
Nos extrañamos,
y sólo la necesidad nos diferencia.

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