24 de abril de 2007

En algunos momentos
de la costumbre anterior
se hicieron viejos los recuerdos
y bastó el descanso para acabar
con la moderación de la conciencia.
No fue bastante.
Cada noche
una herida reclama su sangre
y la piel
aguanta como puede el desgarro.

Ahora prefiero ignorarme
y no poner a salvo
la esperanza que me queda.

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